lunes, 31 de agosto de 2009

The Fall of the Roman Empire (1964) Blu-Ray Alemania - Director: Anthony Mann

“La caída del Imperio Romano” es una buena muestra de la megalómana concepción del cine que tenía el productor Samuel Bronston, ya que, una vez más, asistimos a un impresionante despliegue de medios (un reparto estelar, escenas repletas de grandes masas de figurantes, monumentales decorados, etc.) para narrar una epopeya histórica.

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El emperador Marco Aurelio (Alec Guiness), viendo cercana su muerte, decide reunir a los principales gobernadores y reyes del imperio para comunicarles que va a delegar el poder en el General Livio (Stephen Boyd), y no en su hijo Cómodo (Christopher Plummer). Livio cuenta además con el respaldo de la princesa Lucila (Sofia Loren) y del filósofo Timonides (James Mason).


The Fall of the Roman Empire (1964) Blu-Ray Alemania - Director: Anthony Mann



Extras:
  • Original trailer
  • German trailer
  • Picture gallery
  • The Rise and Fall of the Roman Empire: a Historical Analysis
  • Dimitri Tiomkin: the Score for the Roman Empire
  • 12 filmographies
  • Encyclopædia Britannica documentaries

Durante los títulos de créditos de La caída del Imperio romano se escucha la banda sonora compuesta por Dimitri Tiomkin, cuyo leit-motiv es un tema religioso de cierto halo funerario. Una melodía que sintetiza el espíritu de la película, un réquiem al final de una época marcada por una determinada civilización. Conociendo las inclinaciones ideológicas de su productor, Samuel Bronston, se puede interpretar que la película identifica al Imperio romano como una especie de paraíso perdido, y al que su corrupción interna lo empuja hacia la destrucción: de hecho no faltan escenas llenas de figurantes que bailan felices gracias al oro con el que Cómodo los ha comprado en Roma, la nueva Babilonia: esa nueva Babilonia podría ser, sugiere Broston, la misma en que se puede convertir el mundo occidental coetáneo a él, en el que tuvieron lugar diversas convulsiones sociales. De ahí que en el último plano de la película —un plano general en el que la mitad del encuadre queda cubierta por el humo de un fuego que consume a los amigos de Lucila y Livio mientras que en la segunda estos descienden por una escalinata, declinando la oferta de reinar como emperadores, horrorizados por la barbarie— se preste a lecturas conservadoras del filme.

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Dejando al lado esas disquisiciones, lo cierto es que de todas las producciones de Samuel Broston filmadas en España, es la única que conserva cierto prestigio. El crítico Quim Casas notó en su análisis del filme que «se nota en la película la pugna entre los conceptos del productor y las ideas del director: esta colisión de intereses da a veces estimables frutos, como en la secuencia del desfile de príncipes, embajadores y procónsules: es un momento muy propio de Bronston, pero Mann le usurpa premeditadamente algo de solemnidad con las divertidas confusiones de Marco Aurelio y su consejero griego Timoniades, incapaces de saber la identidad de la mitad de los personajes que lo saludan»; o en una escena con carreras de cuadrigas entre Cómodo y Livio, concebida como «expresión de una relación, la de rivalidad/aprecio entre dos personajes».

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De esta manera en La caída del Imperio romano se pueden ver dos películas: una espectacular llena de figurantes que «obedece a los deseos megalómanos de Bronston, y Mann filma los decorados para mostrar su lujosa construcción, no como escenarios de un drama colectivo que se le escabulle entre las manos». La segunda es «un filme casi abstracto cuya acción avanza lentamente durante la época invernal, en el claustrofóbico decorado de fortificación en la frontera —muy westerniano— y con atisbos de tragedia shakesperiana: el diálogo de Marco Aurelio consigo mismo sobre la proximidad de la muerte».

De esta manera para Casas conviven de manera descompensada dos películas en la que se detecta en ciertos encuadres y temas el sello del director —cf. las conflictivas relaciones familiares; el duelo entre Livio y Sohamus; el encuadre en el que Livio proclama, a espaldas de la cámara, a Cómodo nuevo emperador mientras Lucilla a la izquierda del fotograma se tapa el rostro y desaparece del hogar preocupada por el futuro de Roma y dolida por la aparente traición de Livio—, y otra plagada de intrigas palaciegas con un sentido del espectáculo pomposo. En todo caso, La caída del Imperio romano queda como la producción más tétrica ya no de Bronston, sino de Hollywood sobre el mundo romano, con permiso de Espartaco.

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ENLACES:
http://www.alohacriticon.com/
http://es.wikipedia.org/
http://tehparadox.com/
http://www.dvdbeaver.com/

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